El proceso de formación de una sociedad o una cultura suele hundir sus raíces en momentos muy anteriores al apogeo de la misma, y el caso de Tartesos, a nuestro modo de entender, no es una excepción.
Para que se entienda esta afirmación, vamos a retroceder en el tiempo para analizar lo que ocurría en el sur peninsular, en los momentos de la formación de las primeras sociedades preurbanas. La gran transformación que supone para el hombre “el Neolítico”, cuando abandona las cuevas para asentarse en poblados y transformar su economía depredadora en productora, será el momento en el que aparezcan los primeros antecedentes de esta cultura, de pinturas esquemáticas de figuras oculadas (con representaciones lineales de ojos y rasgos faciales).
En momentos entre en V y IV milenio a.C., hacia el final de este período aparecen representaciones de este tipo sobre las paredes de algunas cuevas del sur peninsular, (Sur de Portugal, Extremadura, Andalucía, y Sur de Levante). Sin solución de continuidad y dentro del período Calcolítico (IV-III milenio a.C.) y más concretamente del proceso de expansión de la Cultura Megalítica por todo el occidente europeo, se manifiesta dentro de lo que será el futuro solar tartésico, un arte mobiliario propio de esta zona, y que no se da en las manifestaciones megalíticas más septentrionales.
Quiero hacer aquí un inciso para manifestar que los contenidos de este artículo, incluido sus imágenes, están recogidos en su mayoría de un estudio realizado por Victor Hurtado, cuya lectura aconsejo, para ampliar la información.
Distribución de los ídolos oculados en la zona sur |
En su trabajo se analizan los “modelos básicos”, que componen estas manifestaciones artísticas y su irrupción cronológica en la evolución de esta cultura. Lo divide en tres etapas con sus formas básicas asociadas:
Primera etapa (finales del IV milenio), aparición de los “ídolos placa”, estos aparecen en entornos sepulcrales.
Segunda etapa (inicios del III milenio), aparición de los “ídolos cilíndricos”, estos aparecen en entornos de poblados de habitación.
Tercera etapa (finales del III milenio), aparición de “ídolos con forma antropomorfa”, que se suponen asociados a centros de poder.
Existen otras formas de representaciones sobre báculos, huesos, cerámicas etc. pero son de menor singularidad, o extensión tanto geográfica como numérica. Es importante destacar que el paso de una etapa a otra no significa la desaparición de las formas anteriores, que continúan coexistiendo.
Tipos diferentes de idolos |
Queremos hacer una reflexión sobre el entorno socio-cultural de la época que a nuestro juicio es el perfecto caldo de cultivo para el futuro desarrollo de Tartesos:
La aparición de los poblados estructurados como los Millares que tienen entornos amurallados con estructuras defensivas bastante complejas, y espacios separados para enterramientos y culto en zonas exteriores próximas (estructuras urbanas bajo nuestro punto de vista).
El inicio de la explotación minero-metalúrgica en la Península Ibérica y especialmente en toda la zona de Sierra Morena.
La aparición de las primeras estructuras de poder personal.
La manifestación de una cultura/religión común compartida por todo el sur peninsular y que se expresa de forma casi idéntica en toda la región (pongo el “casi” porque, algunas formas sufren pequeñas variaciones en función de las zonas).
Manifestaciones arquitectónicas o escultóricas megalíticas que requieren de una organización social compleja.
Aparición de la primeras especializaciones sociales en función de actividades industriales. Por ejemplo: las explotaciones de salinas en las Marismillas de Puebla del Río (Sevilla) excavación del Profesor Escacena, para la conservación de excedentes de producción agrícola, ganadera y pesquera.
La propia explotación minera.
Confirmación de contactos e intercambios entre el sur peninsular y culturas y poblaciones muy alejadas, tanto en la vertiente mediterránea como en la atlántica.
Y un elemento completamente nuevo que plantea Victor Hurtado en su estudio: la posible estructuración del territorio en poblados que son centros de poder de los que dependen otros de entidad inferior. Estos centros se podrían identificar precisamente por la aparición de los ídolos de tipo 3 (forma antropomorfa) de los que son exclusivos. Nombra algunos de ellos: Los Millares (Almería), Valencina de la Concepción (Sevilla), Castilleja de Gúzman (Sevilla),La Pijotilla (Badajoz), Marroquíes Bajos (Portugal), etc. De confirmarse esto podríamos hablar de estructuras protoestatales.
Estas son las que nosotros hemos llamado “Semillas de Tartesos”, que tendrán desarrollo continuado en la Edad del Bronce hasta alcanzar su culmen en el período orientalizante.
Fuentes: Bronce Atlantico,Elpais.com
Estudios: Victor Hurtado.
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