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viernes, 19 de diciembre de 2014

El Pueblo de Liguria y el Lago Ligustino


 



Los“Ligures históricos”, son un pueblo coetáneo de los Romanos asentado en el área del sur de Francia y Noroeste de Italia (Liguria, Génova), de cuya lengua aunque no ha sido descifrada quedan restos escritos. Sus costumbres eran bien conocidas y fueron descritos por los autores latinos. En segundo lugar estarían los “Ligures protohistóricos” (entre los cuales estarían los que mantenían relación con Tartessos) a los que por analogía se les puede suponer rasgos culturales similares a los anteriores y que estuvieron asentados en gran parte de la costa de Europa Occidental, pero de los que sin embargo no nos han llegado testimonios directos de historiadores de la antigüedad. En cualquier caso parece demostrado que todos los Ligures mantenían entre sí relaciones comerciales sostenidas en su unidad cultural y el hecho de poder hablar todos una lengua con tronco común. Los romanos cuando llegaron a la bética pudieron identificar rasgos culturales comunes e incluso un lenguaje residual común a los Ligures del NO italiano que ellos conocían de primera mano.

Historia Geológica del Estuario del Guadalquivir

 En un principio, en la zona existía un gran estuario con ambiente marino (figura A), cuyas orillas en su margen oeste eran los terrenos ocupados por antiguos mantos eólicos aportados por el mar gracias al viento predominante en la zona SO-NE. Dicho estuario llegaba prácticamente hasta la zona donde actualmente se encuentra la ciudad de Sevilla.

En este estuario el río fue depositando sedimentos que, cuando se enfrentaban a la fuerza del mar, se depositaban formando una barrera arenosa litoral (figura B). La sucesiva acumulación de sedimentos dio lugar a la formación de numerosas islas, que se fueron uniendo entre sí y formando algunas islas muy grandes, entre las que discurrían canales de agua. Con el paso del tiempo, la barrera arenosa terminó por cerrarse, de lo cual hace unos 6.000 años (figura C), era el llamado lago Ligur de los romanos Como último y definitivo paso, el lago interior fue perdiendo profundidad gracias a los continuos sedimentos de los afluentes, lo que dio lugar a la marisma, que sigue actualmente siendo surcada por los diversos brazos de ríos o arroyos, ahora llamados caños o brazos de la marisma (figura D).
 
Evolución geológica del paleoestuario
Al principio la marisma tenía carácter marítimo (dependiente de las mareas), pero su aislamiento progresivo del mar la fue transformando en una marisma pluvial (que depende más del agua de lluvia), recibiendo aportes fluviales por inundación en épocas de abundantes precipitaciones. El actual encauzamiento del río Guadiamar entre dos muros y otras intervenciones de ingeniería que se han realizado la privan del aporte de agua fluvial, siendo el arroyo de La Rocina hoy día el único que sigue suministrando una cantidad significativa de agua a la marisma, y sin problemas de contaminación.
Orígenes y Fuentes

Adolf Schulten considera Ligur a toda la península hispánica antes de la invasión de los Iberos de estirpe africana y sostiene que el idioma vasco es un relicto Ligur. La afirmación de que el pueblo primitivo de la Península es el Ligur; se apoya en un pasaje de Hesíodo que en el siglo VII a C quien llama el Ligues (Ligur) a todo el occidente europeo. Erastótenes nombra a Hispania como Ligústica. Avieno habla en la Bética del Ligustinus lacus y pone en Galicia y en Portugal a los Oestrimnios, de nombre idéntico a los Ligures de Bretaña.

La estrofa de la Ora Marítima donde aparece referido el Lago Ligustino o Ligur: “Pero el río Tartessos, fluyendo desde el lago Ligustino, a campo traviesa, envuelve una isla de pleno con el curso de sus aguas. No corre adelante por un cauce único, ni es uno solo en surcar el territorio que se le ofrece al paso, pues, de hecho, por la zona en que rompe la luz del alba, se echa a las campiñas por tres cauces; en dos ocasiones, y también por dos tramos, baña el sector meridional de la ciudad [Tartessos]”. (Vv 285-290).
Datos recientes
 
 Mapa basado en los datos de D. Fco. J. Barragán

Francisco José Barragán, profesor titular de la Universidad de Sevilla (Facultad de Química), natural de Coria del Río, aportó, en diciembre de 2005, nuevos datos que hacen subir la desembocadura del río Guadalquivir antes de Coria y Dos Hermanas para la referida época. En efecto ese río vertía primero sus aguas este en el Lago Ligur (una laguna de marismeña previa al golfo marino), y de este a la ensenada marina que Rufo Festo Avieno llama "Golfo Tartéssico"; dado que entre ambos (lago ligur y golfo marino) estaba ubicada una zona de tierra formando una isla, Tartessos vendría a situarse en ella.
 
En la época a la que se refiere el relato de Avieno (Siglo VI a. C.) el actual Guadalquivir desembocaba en el denominado “Estrecho de Coria” (cuyos dos vértices serían Caura -Coria del Río- y Orippo - Dos Hermanas-) en un extenso Golfo marino denominado “Golfo Tartésico” que podemos considerar mar abierto y que ocuparía todo el sur de la provincia de Sevilla en una zona que comprendería las Marismas e Islas del Guadalquivir.

El río Guadalquivir desembocaría, según Fco. José Barragán, aproximadamente a la altura de Alcalá del Río primero en el Lago Ligur o Licustinus y al final de este lago el autor sitúa entre Coria del Río y Dos Hermanas una barra de sedimentos fluviales formando una isla. El lago se desbordaría mediante dos bocas, una a cada lado de la franja de sedimentos que conforman la isla, y finalmente pasaría sus aguas al golfo marino.
 
Golfo marino Tartéssico y Lago Ligur separados por una barra de sedimentos que forman una isla . La forma de la isla quedaría fosilizada aproximadamente en el meandro que el Guadalquivir formaba en Coria (Meandro de la Merlina).

Estrabón decía:"Y como el río tiene dos desembocaduras, dícese también que la ciudad de Tartessos, homónima del río, estuvo edificada antiguamente en la tierra colocada entre ambas, siendo llamada esta región Tartéside." (Estrabón, 3,2).
Aunque Estrabón escribió estos datos referidos al estado de la desembocadura en el mar aproximadamente en el Siglo I a. C., por lo tanto se refería al estado geológico de la desembocadura mucho después del Siglo VI a. C. cuando ya hacía al menos cuatrocientos años que no existía Tartessos, esta frase refleja que el modelo geológico y por tanto la geodinámica se reproduciría más abajo con el tiempo.

Lo que pasó entre Coria y Dos Hermanas con la formación de una barra de cierre de un lago, se repitió más adelante entre Bonanza y Doñana y la frase de Estrabón guarda una reminescencia de ello . Este error fue el que hizo precisamente que Schulten buscáse y tratase de excavar sin éxito Tartessos en los años de 1920 entre Matalascañas y la Torre de San Jacinto, ya que en su momento no se contaba con un conocimiento exacto de la geodinámica del valle y estuario del Guadalquivir .

Francisco José Barragán en su trabajo ha conformado el perímetro del Lago Ligur y del Golfo Tartéssico en base a publicaciones del Instituto Geológico y Minero de España y autores como Gavala J., García y Bellido A., Blázquez, J. M., Maluquer de Motes J., y al mismo Schulten, A.; a partir de la documentación proporcionada desde 1995 por el V Simposium Internacional de Prehistoria Peninsular. "Tartessos 25 años después". Jerez de la Frontera. "El Problema del lacus Licustinus. Investigaciones Geoarqueológicas en torno a las Marismas del Bajo Guadalquivir" - Arteaga O., Schulz H.D., A.M. Roos.; y bajo la "inspiración" de la "Ora Maritima" de Avieno o la "Geografía de Estrabón" entre otras fuentes antiguas.

Fco. J. Barragán aporta también hipótesis sobre los últimos momentos de Tartessos, la explotación del metal y su comercio con Fenicios y Griegos, y la relación de todos ellos con los últimos Ligures. Un final de Tartessos vinculado totalmente al fin de la explotación de las minas,y por tanto al fin de su papel de centralización del mercado de los metales y puerto de distribución de los mismos por todo el Mediterráneo. Este papel de Meca de los metales fue desarrollado Tartessos durante muchos siglos hasta la ocupación cartaginesa a mediados del I Milenio a. C.

Los momentos inmediatos fueron los que conocería nuestro marinero Marsellés del siglo VI a. C. que sirvió de fuente a Avieno y cuyo derrotero de navegante por las costas del Golfo Tartéssico y el Lago Ligur describió un "paleo mapa" muy semejante al que Fco. J. Barragán nos ha presentado.

El Lago Ligur quedaría así conformado entre El Aljarafe al oeste y Los Alcores al este; un norte aun incierto, y al sur, una isla sedimentaria, que de acuerdo a este cuerpo de argumentos, debió ser el sitio de ubicación de Tartessos. Como dice Fco. J. Barragán con la construcción futura del túnel del Guadalquivir correspondiente a la autovía SE-40 ó la ampliación del puerto de Sevilla, pudiera ser que apareciese algo que nos diera buenas pistas. Por ello la ejecución de las citadas obras deberían atender a esta posibilidad. También apunta la posibilidad que las cuencas de los ríos Guadaíra y Guadalete estuvieran unidas mediante un canal artificial. El río Guadaíra desembocaría mediante un gran caño en el Lago Ligur en un punto cercano a Torreblanca de los Caños. Un puerto fluvial en el río Guadaíra, el puerto de Irippo en Gandul.




Fuente y Fotografías: Los Alcores. Info--sevillatequiero.blogspot.com.es/

sábado, 17 de mayo de 2014

El marfil en Valencina de la Concepción (Sevilla): el intercambio de productos exóticos en el sur de la Península Ibérica durante la Edad del Cobre

La Edad del Cobre (3300 – 2200 a. C.) es uno de los momentos de la Prehistoria que más debates y controversias ha generado, y en buena medida se debe a que muchos investigadores sitúan en esta época la aparición y el afianzamiento de nuevas formas de jerarquización social desconocidas hasta entonces, las cuales terminaron por romper la estructura igualitaria y comunal que había caracterizado a las primeras sociedades humanas. Este debate ha sido especialmente intenso en el sur peninsular gracias a la magnitud de los vestigios conservados, con yacimientos como Los Millares (Santa Fe de Mondújar, Almería) verdadero ‹‹laboratorio›› internacional para investigar los inicios de la jerarquización social.
Sierra de cobre y fragmento de marfil bruto aparecidos en el Taller de Valencina de la Concepción. Fuente: Nocete el al.
Sierra de cobre y fragmento de marfil bruto aparecidos en el Taller de Valencina de la Concepción. Fuente: Nocete el al.
Últimamente, dicha temática ha cobrado un renovado impulso a partir de los estudios en otro de los yacimientos más importantes del sur peninsular: Valencina de la Concepción (Sevilla). Ubicado a diez km. de la capital hispalense, el asentamiento calcolítico de Valencina se levantó sobre una suave meseta en las inmediaciones de la paleodesembocadura del río Guadalquivir. Hasta la fecha, es el mayor enclave arqueológico conocido de la Prehistoria peninsular con más de 300 ha. de extensión en las que se distinguen un área de necrópolis y otra de poblado. Pero su verdadera importancia radica en que investigadores como Nocete han propuesto que en Valencina se desarrollaron formas de estratificación social tales que llevaron a la aparición del Estado y a que se convirtiera en un centro político que mantuvo el control sobre un amplio territorio en la Baja Andalucía durante el III Milenio a. C. Su privilegiada situación jugó además un papel destacado en su configuración, no sólo como centro territorial, sino también como ‹‹puerta de entrada›› del Valle del Guadalquivir, ya que es muy posible que desde Valencina se canalizaran buena parte de las redes de intercambios con otros puntos de la geografía peninsular y extrapeninsular.
Este proceso de jerarquización, desde un punto de vista teórico, vendría definido por la aparición de una élite capaz de apropiarse de más recursos que otros grupos sociales mediante la imposición de una coerción ideológica. La propuesta tradicional sugiere la creación de un sistema de producción comunitario como el almacenamiento de cereal para guardar un excedente que beneficie al colectivo en épocas de malas cosechas y cuyos beneficios pasarían de repartirse equitativamente a ser gestionados y, finalmente, enajenados por un pequeño grupo dentro de la sociedad. La posición de esta emergente élite ya no se basa en las reglas del parentesco, sino que se justifica ideológicamente por otro tipo de privilegios. Lo que empezó siendo una aportación para el bien grupal pasa a convertirse en un tributo que, de no realizarse, conllevaría graves sanciones sociales. Una buena forma de comprobar este acceso desigual a los recursos es mediante el estudio de cómo estaba organizada la producción, si efectivamente existieron especialistas a tiempo parcial y completo dedicados a actividades no subsistenciales y que por tanto necesitarían de lo que produjeran otros; si se desarrolló un sistema de intercambios a distintas escalas que sirviera para la acumulación diferencial de riquezas o bienes de prestigio; o si determinadas pautas y comportamientos sociales, como los rituales funerarios, tuvieron la finalidad de justificar y/o enmascarar la existencia de disimetrías dentro del grupo.
Fotografía y dibujo de planta de la estructura interpretada como un taller de marfil. Fuente: Nocete et al. 2013: 1582.
Fotografía y dibujo de planta de la estructura interpretada como un taller de marfil. Fuente: Nocete et al. 2013: 1582.
En este sentido, en un sector de Valencina se ha propuesto la existencia durante el primer tercio del III Milenio a. C. de una zona especializada dentro del poblado relacionada con trabajos de transformación de materias primas, principalmente metalúrgicas. Junto a una serie de construcciones interpretadas como hornos, cabañas, silos, etc; también se excavó una estructura ovalada cuyo estudio microespacial reveló una concentración de restos de marfil bruto junto a una sierra de cobre, y una segunda concentración de restos oseos trabajados, principalmente alfileres. La interpretación que se ha realizado es que se trataría de un taller artesanaldentro del cual se diferenciarían dos áreas productivas: una destinada a la manufacturación del marfil y otra al hueso.
Tradicionalmente se ha pensado que el marfil era un producto exótico de origen africano que habría llegado a la Península para ser intercambiado como objeto de prestigio y símbolo del estatus. Sin embargo, el taller de Valencina demostraría que también viajó en forma de materia prima para ser trabajado por artesanos locales, lo cual sería sintomático del grado de complejidad de la organización social del trabajo desarrollada en este asentamiento. Pero además, al respecto de su origen africano, las analíticas practicadas sobre los restos de marfil muestran que procederían del elefante asiático (elephas maximus). A nivel general, los estudios realizados porSchuhmacher Banerjee sobre el origen y la procedencia de los objetos de marfil de los yacimientos calcolíticos peninsulares han revelado un cuadro sorprendente. En la parte suroriental de la Península el marfil encontrado provendría de elefante asiático, mientras que, por el contrario, en la mitad oeste el origen sería el elefante africano de las estepas (loxodonta africana). Todo ello dibuja una nueva realidad para la Edad del Cobre, en la que la Península Ibérica aparece inserta en varias redes de intercambio, atlántica y mediterránea, de productos exóticos, donde asentamientos como Los Millares, VNSP/Zambujal o Valencina jugaron un papel esencial como puertas de entrada y centros de redistribución de estos productos a nivel peninsular.
Valencina es además el único yacimiento en el que aparecen representados los dos tipos de marfiles. En la tumba 10.042 – 10.049 se documentó el enterramiento de un individuo al que le acompañaba como ajuar un colmillo de elefante, así como otros fragmentos brutos de marfil de ambas procedencias. Este hallazgo ha sido interpretado como la tumba de un artesano del marfil, y nos vuelve a poner de manifiesto el papel social y la importancia de Valencina como lugar de trabajo y producción de objetos de de este tipo, pero también como puerta de entrada a la que no solo llegaron productos exóticos para ser intercambiados como bienes de prestigio, sino que también se fabricaron localmente para ser redistribuidos hacia otros asentamientos peninsulares.
"La tumba del artesano del marfil" de Valencina de la Concepción. Estructura funeraria 10.042 - 10.048. Fuente: Garcia Sanjuán et al, 2013: 48.
“La tumba del artesano del marfil” de Valencina de la Concepción. Estructura funeraria 10.042 – 10.048. Fuente: Garcia Sanjuán et al, 2013: 48.
Así, la presencia de marfil asiático y africano hace que nos replanteemos muchos supuestos. No podemos seguir ignorando esta realidad ni asociando estos hallazgos a contactos esporádicos y puntuales. Tampoco debemos resucitar las tesis difusionistas, sino más bien todo lo contrario: repensar el espacio mediterráneo y atlántico del III Milenio a. C. como un mundo dinámico en el que se consolidaron unas vías de comunicaciones que venían siendo frecuentadas desde el Neolítico. No se trata de volver a explicar los orígenes de la jerarquización social en la Península como consecuencia de la llegada de gentes del Mediterráneo Oriental, sino que quizás la consolidación de estas redes extrapeninsulares tuviera relación con los procesos locales de desarrollo de dicha jerarquización con el surgimiento de grandes poblados con proyección territorial, como Los Millares o Valencina, y con la necesidad que las élites encontraron en la acumulación de bienes de prestigio como el marfil, el ámbar o el huevo de avestruz para justificar su posición social en un contexto ‹‹internacional›› en el que se estaban produciendo procesos similares.
Otra cuestión es vislumbrar qué tipo de intereses dominaron estas relaciones, sí se trataron de intercambios o si se puede hablar de un comercio propiamente dicho, basado en la existencia de un patrón de pesos y medidas normativizadas cuya fijación habría ahondado más en las desigualdades sociales. Para ello es fundamental saber qué productos peninsulares se intercambiaron por estos objetos exóticos. Gilman Harrison ya propusieron la cerámica campaniforme en base a su aparición en distintos yacimientos del norte de África. Pero el fenómeno campaniforme se desarrolló en un segundo momento de la Edad del Cobre (2500 – 2200 a. C.) y, como hemos visto, los restos de Valencina son más antiguos. Otro candidato podría ser el metal de cobre, sin embargo, todavía no se han hallado restos fuera de la Península. Últimamente se ha planteado también la posibilidad de la sal, recurso que abundaría en las marismas de la paleodesembocadura del Guadalquivir. La sal tuvo una importancia vital para la ganadería prehistórica, y aunque existen estudios muy buenos sobre su explotación en la Edad del Bronce todavía no conocemos bien esta actividad productiva en el Calcolítico.
A falta de estudios de esta índole, lo que no deja indiferente a nadie es que el taller de Valencina evidencia de por sí un importante grado de complejidad en la organización social del trabajo y nos permite reflexionar en la línea que apuntábamos al principio sobre los inicios de la jerarquización social: los artesanos del marfil ¿fueron especialistas a tiempo parcial o completo?; ¿qué tipo de estructura social sostuvo y mantuvo a estos especialistas y qué sistema ideológico lo justificó?; ¿Estamos ante formas de explotación y de desigualdad social que nos hablan de la aparición del Estado durante la Edad del Cobre?; ¿El desarrollo de una sociedad estratificada sirvió para que Valencina exportara estas contradicciones sociales hacia otras zonas periféricas sobre las que mantuvo un control territorial? Las respuestas no están ni mucho menos claras, pero lo que sí lo está es que hay debate para rato.
Bibliografía|
GARCÍA SANJUÁN, L., VARGAS JIMÉNEZ, J. M., HURTADO PÉREZ, V., RUÍZ MORENO, T. Y CRUZ – AUÑÓN BRIONES, R. (Eds.), “El Asentamiento Prehistórico de Valencina de la Concepción (Sevilla): Investigación y Tutela en el 150 Aniversario del Descubrimiento de La Pastora”,Sevilla: Secretariado de publicaciones de la Universidad de Sevilla, 2013.
GARCÍA SANJUÁN, L., LUCIAÑEZ TRIVIÑO, M., SCHUHMACHER, T. X., WHEATLEY, D. Y BANERJEE, A., “Ivory craftsmanship, trade and social significance in the southern Iberian Copper Age: the evidence from the PP4 – Montelirio sector of Valencina de la Concepción (Seville, Spain)”. European Journal of Archaeology, 2013 (en prensa).
NOCETE, F., “Tercer Milenio antes de nuestra era. Relaciones y contradicciones centro/periferia en el Valle del Guadalquivir“, Barcelona: Bellaterra, 2001.
NOCETE, F., VARGAS, J. M., SHUHMACHER, T. X., BANERJEE, A. Y DINDORF, W., “The ivory workshop of Valencina de la Concepción (Seville, Spain) and the identification of ivory from Asian elephant on the Iberian Peninsula in the first half of the 3rd millennium BC”. Journal of Archaeological Science 40, 2013, pp. 1579 – 1592.
VARGAS, J. M., “Elementos para la definición territorial del yacimiento prehistórico de Valencina de la Concepción (Sevilla)”, SPAL 12, Sevilla, 2004, pp. 125 – 144.

martes, 7 de enero de 2014

La vida rural tartésica aparece junto al cultivo de las vides en La Orden

Nuevos datos de la Huelva de la Edad del Bronce gracias a la excavación arqueológica en El Seminario · Puerta del Atlántico concluye el programa dedicado a los jóvenes historiadores onubenses




Surcos de los campos de vides que aparecieron en la excavación
La vida rural en la Huelva tartésica se pone de relieve en la excavación arqueológica de La Orden-Seminario. El descubrimiento de unos fondos de cabañas ofrecen datos reveladores de cómo estaban relacionados con la explotación de las vides, que debían mantener relación con la ciudad y la mina al encontrarse, además, junto a una vía clave de entrada a la ciudad como es la que venía desde La Ribera hacia el trazado actual de Santa Marta, para conectar la ciudad de los cabezos y la zona portuaria. 
Detalle de la excavación del fondo de cabaña de la época tartésica.

El Ciclo Jóvenes Historiadores, una iniciativa organizada por la Concejalía de Turismo dentro de la programación del Centro de Visitantes Puerta del Atlántico, continúo ayer desvelando secretos de la Huelva de la Edad de Bronce, gracias a los testimonios que ha dejado esta excavación. La historiadora Cristina López Cabot descubrió ayer la existencia en la época tartésica de los siglos VII y VI antes de Cristo de una Huelva rural, no muy lejos del ámbito de la urbana ubicada en torno a los cabezos, que se sustentaba en el cultivo de las vides. 


Cristina López Cabot destaca que la novedad está en el hecho que nos encontramos una cabaña, ya que hasta ahora lo que se ha investigado correspondía a habitantes de capas altas. La vivienda, es de tipo viabsidiada que se puede poner en relación con otras de Italia y el Mar Negro, del centro y occidente mediterráneo, ofrece nuevos datos sobre Huelva. 



Se ha encontrado enterrados cuatro individuos adultos. En uno de ellos se detecta hiperplatimería, producto de una gran carga de trabajo. Esto lo interconexiona con otras zonas de la excavación en la que se estudia el cultivo de la vid, de la que destaca la importante documentación que aporta a diferencia de la zona urbana de Huelva donde se ha sufrido el desmonte de los cabezos y con ello pérdida arqueológica. Hasta ahora "sabemos cómo se comportaba la ciudad en cuanto al puerto, pero aquí se abre la relación del abastecimiento de la zona rural con la ciudad y, probablemente, con la mina y el resto del mediterráneo", señala López Cabot. 



Así las investigaciones realizadas en los últimos años en el subsuelo de la capital nos habían permitido conocer una Huelva tartesía que destacaba por sus instalaciones metalúrgicas y portuarias. Sin embargo, ahora López Cabot ofrece los primeros datos de otros asentamientos no muy lejos del núcleo urbano vinculados a los cultivos de vides, donde se asentaban los encargados de estos cultivos y los temporeros en cabañas, con una estructura de trabajo muy similar a la que se aplican hoy en las viñas. 



El yacimiento del Seminario abre una línea nueva de trabajo e investigación que permite ver cómo se desarrolló esta civilización tierra adentro, donde los arqueólogos comprueban que la agricultura de la vid juega un papel fundamental y donde vislumbran una forma de hábitat, los fondos de cabaña, que nada tiene que ver con las conocidas edificaciones urbanas. 



La vivienda cuenta con el enterramiento de cuatro individuos adultos, se trata de un inhumación secundaria, ya que la putrefacción se ha realizó en otro lugar. Son fosas debajo del suelo de la vivienda de cabaña, que hace pensar en un culto a los antepasados, o el mantener generaciones antiguas en el lugar donde vive", señala. La documentación aportada en la excavación hace pensar a la arqueóloga que pueda haber aquí un mestizaje entre fenicios y la población autóctona. 



De esta manera, Cristina López Cabot profundiza en aspectos poco conocidos del Bronce Final onubense a través del estudio realizado de los fondos de cabañas encontrados. Y es que, a pesar del carácter deleznable de estas construcciones con más de 2.500 años de antigüedad, la ocupación continuada de estas primitivas chozas deja una serie de residuos arqueológicos en el terreno de gran utilidad a la hora de aportar nuevos datos sobre las actividades que tenían lugar en el entorno inmediato del enclave portuario de la antigua Onoba. 



Con este coloquio concluye la primera parte del Ciclo 'Jóvenes Historiadores Onubenses' que ha estado dedicada al yacimiento arqueológico La Orden-Seminario. Estas charlas se retomarán después del verano para tratar los hallazgos de los últimos años en las diferentes actuaciones operadas en otros puntos de la ciudad, especialmente en el casco histórico.


Fuente:http://www.huelvainformacion.es

martes, 12 de noviembre de 2013

A Tartessos no se lo tragó un tsunami

Investigadores españoles descartan que el enigmático pueblo de Tartessos, desaparecido de manera abrupta hace 2.500 años, fuera barrido por una ola gigante. 


Si hay que tomarse la Biblia como un libro de historia creíble en algunos pasajes, hace unos tres milenios la flota del rey Salomón llegaba cada tres años a Israel cargada de oro procedente de la recóndita Tarsis. "Porque el rey tenía en el mar las naves de Tarsis junto con las naves de Hiram [rey de la ciudad fenicia de Tiro], y cada tres años las naves de Tarsis le traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales", asegura el Antiguo Testamento.

Durante siglos, aquella Tarsis preñada de oro, identificada con la Tartessos mencionada en los textos clásicos griegos, parecía una leyenda. Algunos incluso han visto en ella la mítica Atlántida, una rica civilización que aparentemente sólo existió en la cabeza del filósofo griego Platón. "Había una isla delante de la desembocadura que vosotros, así decís, llamáis columnas de Heracles", dejó escrito el maestro de Aristóteles.

A partir de las indicaciones geográficas de Platón, en el último siglo muchos investigadores han buscado la supuesta Atlántida en el suroeste de España, más allá de las columnas de Heracles, como se llamaba al estrecho de Gibraltar. Pero ninguno la ha encontrado.

Sin embargo, en 2009, una polémica expedición dirigida por el arqueólogo estadounidense Richard Freund, apadrinado por la National Geographic Society, peinó las marismas del río Guadalquivir en busca de la supuesta Atlántida-Tartessos. El documental resultante, Finding Atlantis (Encontrando la Atlántida, 2011), acabó de fijar en la cultura popular que la Atlántida y Tartessos fueron la misma civilización, que habría acabado sus días barrida por un tsunami hace unos 2.500 años.

Tiro al pichón

Pero "esa hipótesis no es realista", según advierte el físico José María Abril. Este catedrático de la Universidad de Sevilla acaba de reproducir con un programa informático cómo eran las marismas del Guadalquivir hace 2.500 años y cuáles habrían sido los efectos sobre la costa de un tsunami tan catastrófico como el que arrasó Lisboa en 1755. Aquel seísmo liberó una energía de 835 kilotones, unas 50 veces superior a la energía liberada por la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.

"El golfo de Tartessos, hoy las marismas del Guadalquivir, tenía aguas poco profundas y su entrada estaba parcialmente cerrada por una barrera litoral. Nuestra simulación muestra que el tsunami rompería en la entrada del golfo, no llegaría a penetrar en la costa", explica Abril.

Tartessos fue un pueblo que supuestamente dominó, hace entre 3.000 y 2.500 años, el suroeste de la península Ibérica, hoy ocupado por las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva. Su mayor fuente de riqueza habría sido el comercio del oro y la plata de sus minas. Durante siglos, fue una civilización de la que sólo existían referencias literarias. Hasta 1958, cuando unos obreros que estaban ampliando las instalaciones de la Real Sociedad de Tiro al Pichón de Sevilla se toparon bajo la tierra con brazaletes, un collar y otras piezas de oro macizo.

En busca de la capital

Aquellas joyas, conocidas como el Tesoro del Carambolo, hoy son atribuidas a los fenicios, pero en su momento resucitaron la búsqueda de la desaparecida capital de Tartessos, una civilización que se esfumó hace unos 2.500 años, coincidiendo con el comienzo de la supremacía de Cartago en el Mediterráneo occidental y con la pérdida de uno de sus principales mercados, la metrópoli fenicia de Tiro, sometida por los babilonios.





El estudio de Abril ha revisado los efectos de un hipotético tsunami en ocho de las localizaciones propuestas por los historiadores como posible sede de la capital perdida de Tartessos. Sólo dos de ellas, el Cerro del Trigo, un lugar propuesto en 1924 dentro del Parque Nacional de Doñana, y La Algaida, cerca de San Lúcar de Barrameda (Cádiz), "podrían haber sufrido un daño entre moderado y grave, pero difícilmente habría sido suficiente como para justificar el colapso de los Tartessos", afirma el estudio.

El modelo informático, validado con otros tsunamis históricos y bien documentados, sí que dibuja daños potencialmente catastróficos en otras costas alejadas del golfo de Tartessos. "Una ola de 9,3 metros alcanzaría Cádiz 70 minutos después del terremoto que originaría el tsunami", advierte el estudio. "En Huelva, una primera ola de cuatro metros llegaría dos minutos después que en Cádiz, pero sus réplicas serían más potentes, con una tercera ola de unos tres metros llegando 80 minutos después", alertan los autores.

Mentiras

El trabajo, publicado en el Journal of Archaeological Science, cuenta también con la firma del prehistoriador José Luis Escacena, experto en el mundo de los tartesios.

En cuanto a la Atlántida que el documental de National Geographic sugería haber encontrado bajo las marismas del Guadalquivir, era todo mentira, según explicó en su momento el investigador Sebastián Celestino, del Instituto de Arqueología de Mérida (CSIC). Celestino buscó en 2009 restos arqueológicos en el subsuelo de la marisma de Hinojos, el punto del Parque Nacional de Doñana en el que el arqueólogo estadounidense Richard Freund rastreó la Atlántida tras detectar supuestos restos de templos mediante fotos de satélite.

A juicio de Celestino, según denunció en una entrevista en Esradio, los autores del documental de National Geographic tenían "una intención fundamentalmente económica", porque "debajo de las marismas, a 12 metros de profundidad, no hay absolutamente nada".


Fuentes: 

 La Razón. 

miércoles, 29 de mayo de 2013

PREFERÍAN EL BRONCE POR SU PARECIDO A LA PLATA, NO POR SU DUREZA

Las poblaciones prehistóricas no empezaron a utilizar el bronce en lugar del cobre por ser más duro, sino por una cuestión estética


Un grupo de arqueólogos de la Universidad de Granada afirma que el desarrollo de la metalurgia del bronce (que se obtiene de la aleación de cobre y estaño) se produjo especialmente por los cambios en el brillo y color de los objetos, más parecidos a la plata, y no porque fuera más duro, como se pensaba hasta ahora
Durante la Prehistoria, no se empezó a utilizar el bronce en lugar del cobre por ser éste un material más duro, sino por una simple cuestión estética: brilla más y es más parecido a la plata. Así lo afirma un grupo de arqueólogos de la Universidad de Granada (UGR) en un artículo publicado en Menga. Revista de Prehistoria de Andalucía, en el que defienden una teoría muy novedosa: la importante innovación tecnológica que supuso el desarrollo de la metalurgia del bronce (aleación de cobre y estaño) se produjo únicamente porque este metal era visualmente más atractivo, y no porque mejorara las condiciones técnicas de los útiles y herramientas realizados en cobre hasta ese momento.
Los investigadores, pertenecientes al grupo GEA, del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR, han llegado a esta conclusión tras analizar el material hallado en el yacimiento arqueológico del Cerro de San Cristóbal de Ogíjares (Granada). Este yacimiento pertenece a la Edad del Bronce (2200-1500 AC), y se enmarca dentro de la denominada Cultura de El Argar, que se extiende por todo el sureste de la Península Ibérica. Se trata de un poblado de pequeñas dimensiones (0,6 hectáreas, aproximadamente) situado en plena Vega de Granada en un entorno especialmente propicio para el desarrollo de prácticas agrícolas, la principal base subsistencial de estas poblaciones.
Análisis de ajuares funerarios
Los investigadores encontraron 14 enterramientos, donde pudieron identificar, al menos, a 17 individuos. Todos ellos estaban acompañados de ajuares funerarios, compuestos por varias vasijas cerámicas y objetos de metal, fundamentalmente puñales y adornos como pulseras y anillos. Además, de entre estos objetos metálicos llama la atención un hallazgo excepcional, consistente en 83 clavos o tachuelas que, posiblemente, formaron parte de algún objeto realizado en material orgánico como el cuero o la madera, ya desaparecido, y que formarían parte de alguna prenda de vestir o de algún tipo de contenedor.
Precisamente, los investigadores estudiaron en profundidad la tecnología de manufactura de estos objetos metálicos, analizando su composición, metalografía y microdureza. Sorprendentemente, descubrieron que la aleación de cobre y estaño (esto es, el bronce) no mejora las propiedades funcionales de los objetos, como tradicionalmente se había sostenido.
“Al contrario –apunta Gonzalo Aranda Jiménez, investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR y uno de los autores del trabajo-, la dureza y resistencia de los objetos metálicos realizados en bronce es equiparable a los previamente manufacturados sólo en cobre”. Los arqueólogos creen que el bronce empezó a emplearse por razones de índole simbólica e ideológica como, por ejemplo, la modificación del color de los objetos.
Aranda Jiménez destaca la enorme importancia que tienen las excavaciones preventivas como el yacimiento arqueológico del Cerro de San Cristóbal de Ogíjares, que se llevó a cabo en los años 80, aunque el material hallado se ha analizado ahora. “Estas excavaciones ofrecen muchísima información sobre las sociedades pasadas y suponen una magnífica oportunidad de colaboración entre las empresas de arqueología y los grupos de investigación de las universidades”.
En este trabajo han colaborado también investigadores del Instituto de Historia del CSIC, el Laboratorio de Antropología de la UGR, el centro de investigación “Arqueología y Ciencia de los Materiales” del Deutsches Bergbau-Museum de Bochum (Alemania), el Museo Arqueológico Nacional (Madrid), el laboratorio del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de la Islas Baleares o el Instituto Universitario de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén.
Referencia bibliográfica:
El yacimiento argárico del cerro de San Cristóbal (Ogíjares, Granada)
Gonzalo Aranda Jiménez, Eva Alarcón García, Mercedes Murillo-Barroso, Ignacio Montero-Ruiz, Sylvia Jiménez-Brobeil, Margarita Sánchez Romero y María Oliva Rodríguez-Ariza
2012. ‘Menga’. Revista de Prehistoria de Andalucía, 3, pp. 141-166
Imágenes adjuntas:
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Figura 1: ajuar encontrado por los investigadores de la UGR en la sepultura número 6 del yacimiento arqueológico del Cerro de San Cristóbal de Ogíjares (Granada).
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Figura 2: ajuar de la sepultura número 17.
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Figura 3: vasijas cerámicas procedentes de varios ajuares del yacimiento.

Fuente:
Gonzalo Aranda Jiménez
Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR

jueves, 14 de febrero de 2013

SE RETOMAN LAS INVESTIGACIONES DEL DOLMEN MONTELIRIO


Aplicarán técnicas novedosas para la cronología del yacimiento prehistórico de Valencina-Guzmán

Entre los días 19 y 23 de febrero de 2013 tendrá lugar en la Facultad de Geografía e Historia Universidad de Sevilla una reunión de trabajo dedicada al tema de la cronología radiocarbónica del yacimiento prehistórico de Valencina de la Concepción‐Castilleja de Guzmán. Esta reunión resulta de la colaboración que el Grupo de Investigación ATLAS (HUM‐694) de la Universidad de Sevilla está llevando a cabo dentro del proyecto del programa Advanced‐ERRC (European Research Council) de la Comisión Europea titulado The Times of Their Lives, que coordinan los profesores Alasdair Whittle (Universidad de Cardiff, Reino Unido) y Alex Bayliss (English Heritage, Reino Unido).

El proyecto The Times of Their Lives es un ambicioso intento de perfeccionar la cronología radiocarbónica disponible para el estudio de las sociedades de los periodos Neolítico y Edad del Cobre en Europa mediante la realización de grandes cantidades de dataciones nuevas y a través de su análisis mediante el modelado matemático bayesiano, una técnica novedosa que ha sido aplicada con mucho éxito en los últimos años y que permite refinar la definición de la temporalidad del registro arqueológico más allá de los límites hasta ahora conocidos. La Zona Arqueológica de Valencina de la Concepción‐Castilleja de Guzmán es uno de los grandes yacimientos prehistóricos europeos incluidos en este proyecto. Se realizarán del orden de 70 dataciones C14 nuevas preferentemente sobre muestras de vida corta, de una serie de sectores del yacimiento excavado en los últimos años (concretamente La Huera, calle Dinamarca, IES, Parcela Municipal, Montelirio y PP4‐Montelirio).

La reunión de trabajo que tendrá lugar entre los días 19 y 23 de febrero de 2013 incluye a miembros del proyecto The Times of Their Lives (doctores A. Whittle, Penny Bickle, Seren Griffiths, y Derek Hamilton), integrantes y colaboradores del Grupo de Investigación ATLAS (doctores Manuel Eleazar Costa Caramé, Marta Díaz Guardamino Uribe, Marta Díaz‐Zorita Bonilla, Leonardo García Sanjuán, Carlos Odriozola Lloret, Chris Scarre y David Wheatley y Licenciada Miriam Luciañez Triviño), arqueólogos profesionales que han realizado las intervenciones en los sectores a estudiar (Juan Manuel Vargas Jiménez, Álvaro Fernández Flores, Pedro López Aldana, Ana Pajuelo Pando y Elena Méndez Izquierdo), así como técnicos de la Unidad AMS del Centro Nacional de Aceleradores de la Universidad de Sevilla (doctores Javier Santos Arévalo e Isabel Gómez Gutiérrez). 

Los muestreos y análisis se realizarán durante los meses de marzo a septiembre de 2013, por lo que a finales de este año se espera contar con los primeros resultados. 


Fuente: Grupo ATLAS/LOS DOLMENES



sábado, 15 de septiembre de 2012

Estudio del Barrio Metalúrgico del yacimiento del III milenio a.n.e. en Valencina de la Concepción


La primera industria del cobre especializada de la Península Ibérica se desarrolló al comienzo del Tercer milenio a.n.e. con la aparición de los asentamientos minero-metalúrgicos en su principal región minera (la Faja Pirítica del suroeste). Entre el 2750 y el 2500 a.n.e., sin embargo, y derecho al centro del Valle del Guadalquivir, el gran asentamiento agrícola que organizó el territorio desarrolló un nuevo nivel deintensificación metalúrgica con la creación de los primeros barrios industriales. Como forma de explicar esta nueva situación, presentamos los resultados de la investigación sistemática (análisis microespacial, datación por radiocarbono; estudio petrológico, geoquímico, metalográfico e isotópico de minerales, escoria y productos, …) llevada a cabo en uno de ellos, el que se desarrolló en el principal y más grande centro político del Valle del Guadalquivir durante la primera mitad del Tercer milenio a.n.e.: Valencina de la Concepción (Sevilla,España).
1. Introducción
El concepto de la metalurgia prehistórica del oeste europeo, su cronología, desarrollo tecnológico y social, y
sus efectos sobre las relaciones sociales y el entorno, ha cambiado radicalmente en la última década tras la
publicación de los resultados de los proyectos de investigación ODIEL I-II y PIGMALIOM 1,2,3
desarrollados en el suroeste de España por el “Grupo Midas” (Universidad de Huelva). Por reconocer la
existencia, al comienzo del Tercer milenio a.C, de una actividad industrial de tecnología compleja (Nocete, 2004; Sáez et al., 2003), alto grado de organización social (Nocete, 2001, 2006) y un volumen de actividad que trajo consigo el primer impacto medioamental a escala regional (Nocete et al., 2005b, 2006), el paradigma disciplinario que ancló esta actividad en una esfera doméstica y de escaso desarrollo tecnológico (Chapman, 1990, 2003; Delibes y Fernández, 1993; Gilman, 1991; Montero, 1993;Rothemberg, 1990; Rovira, 2002) hasta la incorporación de la Península Ibérica dentro de la órbita de las redes intersociales del Primer milenio a.n.e. del este Mediterráneo (Gills, 1995; Gills y Frnak, 1993), ha sido superado.
Una colonia minera especializada y dependiente y un asentamiento metalúrgico fueron identificados tras la excavación sistemática en 1995 del asentamiento de Cabezo Juré (Nocete et al., 1999, 2000), localizado en el centro de una de las más importantes regiones mineras de la Tierra (suroeste de la Faja Pirítica) (Sáez et al., 1996). Su actividad estaba determinada por un alto y desconocido grado de complejidad tecnológica (Sáez et al., 2003), una rígida división espacial del trabajo (Nocete, 2004), y una producción industrial optimizada (Nocete, 2006), que contribuyó, junto a otros asentamientos similares (Nocete, 2005), a un fuerte proceso de deforestación y polución por metales pesados a escala local y regional hacia la primera
mitad del Tercer milenio a.n.e. (Nocete et al., 2005b, 2006).
En Cabezo juré, un grupo de élite sin un enlace directo garantizado a las actividades mineras y metalúrgicas, por un control exclusivo de los medios de destrucción (fortificaciones y armas), almacenaje (depósitos de agua y graneros) y reproducción social (productos exóticos, …) la actividad metalúrgica especializada y dependiente y la circulación de sus productos en una estructura intersocial de relaciones centro/periferia que afectaron a la totalidad del sur de la Península Ibérica (Nocete, 2001, 2004, 2006;Nocete et al., 2005ª).
Sin embargo, este sistema especializado de asentamientos mineros - de fundición en las áreas de extracción del cobre no fue el único que dominó la primera especialización metalúrgica del suroeste. En el centro del
Valle del Guadalquivir, alejado más de 30 kilómetros de cualquier fuente de suministro de cobre, los grandes centros políticos que jerarquizaron la red territorial instrumentaron un nuevo episodio de gran complejidad técnica y social, así como de gran impacto en el entorno y en las relaciones intersociales.
Este nuevo sistema, identificado en 1999 gracias al análisis sistemático de los restos arqueológicos desde
diversos centros jerárquicos del territorio a lo largo del Valle del Guadalquivir en el Tercer milenio, como
Valencina (Sevilla), Amarguillo (Sevilla), Carmona (Sevilla), Marroquíes (Jaén) y Úbeda (Jaén) (Cabrero,
1997; Conlin, 2003, Nocete, 2001), ha encontrado su explicación siguiento el análisis integral de un barrio de fundición en el más grande y más importante de esos centros: Valencina de la Concepción (Sevilla) (Fig.1). En este papel, presentaremos una evaluación de los resultados iniciales de su caracterización, así como de los análisis orientados hacia defender las variables cronológicas y técnicas de los procesos de producción metalúrgica desarrollados en su interior.
2. La identificación de un barrio metalúrgico especializado en el más grande de los asentamientos del Valle del Guadalquivir durante el Tercer milenio a.n.e.: Valencina de la Concepción El yacimiento arqueológico de Valencina ha sido un punto de referencia en la prehistoria de la Península Ibérica hacia finales del siglo XIX de nuestra era, debido a la magnitud de sus tumbas prehistóricas, la riqueza de sus productos y la innumerables intervenciones llevadas a cabo (Murillo, 2006). No obstante, la ausencia tanto de un programa de investigación integral del mismo, como de un análisis comparativo de sus registros, en un marco diacrónico y regional, no ha permitido, hasta esta última decada, reconocer la existencia de áreas diferenciadas en su interior ni que nos estuviéramos enfrentando al principal centro político de la primera estructura social jerarquizada del oeste europeo (Nocete, 2001; Nocete et al., 2005b).
Con más de 400 hectáreas de superficie arqueológica (Vargas, 2003), el asentamiento representa no sólo el más extenso de la Prehistoria reciente del sur de la Península Ibérica, sino también la cabeza de una red territorial jerarquizada en el Valle del Guadalquivir hacia el Tercer milenio a.n.e. (Nocete, 2001). Adicionalmente, su posición periférica con respecto al sistema que jerarquizó, su localización próxima a la salida marítima y la presencia en su interior de productos procedentes de todos los ámbitos geográficos del sur de la Península Ibérica y del norte de África, lo convirtieron en una puerta de entrada/salida y nudo de distribución de los productos procedentes de las redes locales, regionales, suprarregionales y transcontinentales (Nocete et al., 2005b).
Las excavaciones preventivas llevadas a cabo entre 2002 y 2004 delante de la zona de necrópolis (Fig. 1), lugar con el mayor número de tumbas monumentales del Tercer milenio a.n.e. en la Península Ibérica, con el fin de mitigar los efectos del crecimiento urbano del municipio de Valencina (Matarrubilla-Zona de Nueva Valencina). Las excavaciones identificaron una zanja desviada de 500 metros de longitud con una dirección Este-Oeste , una sección en “V”, de entre 3 y 7 metros de profundidad y entre 4.50 y 6.00 metros de ancho. De tal modo, fue definido no sólo como el límite sureste del asentamiento que contenía las estructuras habitacionales, sino también, por primera vez, como delimitación del espacio ocupado, separando el asentamiento de la zona de necrópolis.
Dos fechas de radiocarbono obtenidas de la base y el nivel de cubierta de la zanja (Tabla 1, ejemplos nº 1 y 2, MR2) esteblecieron su secuencia cronológica y, con ello, el periodo de máxima extensión del asentamiento: entre 2750 y 2500 a.n.e. (4150 + 50 BP y 4045 + 50 BP).
Por otro lado, el análisis de la secuencia polinológica de la fosa dentro de esos dos valores cronológicos identificó un paisaje fuertemente alterado por una actividad agrícola prolongada donde el bosque de ribera del Valle del Guadalquivir ya había desaparecido. La escasa presencia de especies arbustivas (0,25%: Cistus ladanifer, Calluna vulgaris, Rhamnus alternus, Myrtus cumunis, Lavandula stoechas, jasmines, …) y un ausente y simbólico bosque mediterráneo (polen de árbol menor al 7%:Quercus rotundifolia y Olea europea) fueron el resultado de la intensidad de las actividades agrícolas que se manifiesta en el predominio de pastos y tierras cultivadas (Brassiaceae, apiaceae, plantago, Poaceae, cerealia, chanopodium) rodeado de humedales (Cyperaceae, typha, concerticystes).
Más aún, a pesar de ese claro perfil agrícola, ninguno de los registros arqueológicos obtenidos en los 88,162 m2 del espacio habitable del interior de la excavación muestran evidencias de herramientas asociadas a una producción agrícola, transformación o almacenamiento. Los fuertes y recientes procesos de erosión sólo han permitido la conservación de los elementos subterráneos de 198unidades estructurales, las cuales habían sido erigidas originalmente con paredes de adobe, madera y fibras vegetales y agrupadas en cuatro concentraciones Sectores I, II, III y IV) separadas por zanjas similares y perpendiculares a la primera, con un trazado norte-sur de alrededor de 150 metros de longitud.

Fuente:F. Nocete et al. / Journal of Archaelogical Science 35 (2008)
FIN DEL 1º CAPITULO........continuará.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Métodos indirectos de datación de los dólmenes de Valencina




Joaquín Rodríguez Vidal presentó una investigación sobre la datación del Dolmen de La Pastora a partir de moluscos de las areniscas utilizadas en su construcción.


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Las jornadas organizadas por el Grupo Andaluz de Cuaternario - AEQUA han servido para dar a conocer el interesante trabajo de investigación que está elaborando un grupo de expertos en geodinámica y paleontología de la Universidad de Huelva, basado en el estudio de los restos de bivalvos litófagos que se encuentran alojados en las perforaciones de los ortostatos del Dolmen.


Pese a estar en fase de desarrollo, la investigación ya está dando sus primeros frutos. De hecho, gracias a este estudio se conoce el origen de las piedras areniscas utilizadas en la construcción, procedentes de una cantera ubicada hacia el sur del Aljarafe, cuando se acerca al nivel del mar entre La Puebla y el asentamiento calcolítico de La Marismilla.

Dichas piedras se extrajeron para usarse por sus cualidades decorativas, disponiéndose en los dólmenes con su cara biodegradada visible hacia el interior de la galería. Más aún, el análisis de las fluctuaciones del nivel del mar en el Estuario del Guadalquivir y las precisas dataciones que arrojan las pruebas realizadas sobre las muestras de moluscos tomadas hasta la fecha, permiten fijar una edad calibrada del momento en que se extrajeron las piedras en la cantera, situándose en torno al 2.850 BC.

No son las únicas conclusiones que se esbozaron en la ponencia, pero sí de las más significativas para su aplicación en el campo de la arqueología. A parte, el acto del sábado sirvió para homenajear a Paco Giles, miembro de la asociación, con una cerámica realizada por la escultora Katy Quiles.


jueves, 10 de noviembre de 2011

VINCULOS DE TOPÓNIMOS DEL CAUCASO CON LA PROTO - ISPANIA




En relación a la situación geográfica, en la vertiente sur, están las kartvelianas lenguas. O sea, la muy central lengua georgiana y muy estrictamente kartveliana. Y en plan de muy arcaicas lenguas de la familia, la lengua de los muy montañeses svanos al arrimo del gigante monte Elbruz —con sus cantos polifónicos que llegan de tiempos muy arcaicos, con sus muy defensivas aldeas en las que cada casa era una muy alta torre— y el grupo lingüístico de los san o chan con la lengua de los mingrelios con la influencia de los svanos gigantones. Y con la lengua de los lazes o chanos residuales —con la madre del gran Estrabón incluida en el asunto— con sus chanas corridas de toros en sus aldeas, en las montañas turco-asiáticas al arrimo de Armenia —algo más abajo está el altísimo y siempre nevado sagrado monte Ararat, previamente Ururut, y en el que de piadosa tradición el asunto del patriarca Noé y su nave-arca y su diluvio— y que no menos enlazadas con las tierras de Georgia. En fin, de las lenguas de estas gentes y en su fase precaucásica se pueden encontrar todavía prerromanos topónimos e hidrónimos. Valga el sufijo -jet en la lengua svana para los nombres de ríos. O sea, y en concreto, el río Odiel, el río Gabriel, y otros. Por otra parte, el Emeretja mingrelio nos remite al Emérita, que finalmente Mérida, en las atartesiadas tierras túrdulas o túrsulas, y que finalmente fué Extremadura. 





Y valga el que, y como sufijos para de topónimos derivar lo que llamamos nombres gentilicios étnicos o no étnicos, los característicamente muy demasiado georgianos sufijos -etani y -ulj o que un 


-etanos y un -ulos si castellanizados. Y al respecto lo de turdetanos o tursetanos para significar tartesios. Y lo de túrsulos pues más o menos para lo mismo. O pongamos que para atartesiadas gentes, y puesto queda. No menos pongamos que del tal lingüístico substrato ibero-peninsular misterioso —los vocablos que en los diccionarios etimológicos asoman de origen incierto o así el cuché al respecto— aflora a superficie en la lengua española la palabra susto y que remite en directo al susti en la lengua georgiana y para significar lo mismo: repentino miedo y sobresalto. O valga también el que en la georgiana lengua el nombre de su capital Tbilisi, en torno al millón de habitantes o ya rebasándolos, y que un Tifflis en la fonética aproximativa euro-versión del tal nombre, pues a mí bien me suena al misterioso nombre de Sevilla en hispano-indígena versión prerromana y en paralelo con su no menos prerromano nombre de Hispalis -que las ciudades lo mismo que las etnias tenían tanto un nombre oficial o exoétnico como no menos un endo-étnico o nombre indígena, un sobrenombre en suma— y por vía de un Tsibilia o similar, con el iberogeorgiano -ilisi remitiendo en directo al peninsular ilis ibero para significar ciudad. Con o sin la otra Sevillla en el sureste del Cáucaso —ahora el Azerbeiyán persa— al arrimo del surcaucásico gran lago Urmea, ortográficamente una Zaviye que fonéticamente una Seviye. O la Sevilla de oro porque arqueológicas ruinas en las que exhumados muchos tesoros de oro. Y con el nombre del lago pues que demasiado homófono con el vasco Urumea, que al arrimo de la Donostia más o menos San Sebastián en la española orilla oceánica ya lindando con Francia. Unido el tal pues Tsibilia asunto sevillano a que, y desde la tal perspectiva, el presuntamente arábigo -quivir metido en el bastante arábigo nombre del río Guadalquivir —tras la hipotética y mítica, que no certificada invasión islámico-arábiga a comienzo del siglo VIII, y previamente río Tertis o río Betis— pues más bien parece remitir en directo al kviri georgiano, quedándole lo del Guadal- como añadido arábigo. Al respecto, la georgiana filóloga Kobakhadze, muy especializada en estas arqueologías lingüísticas hispano-georgianas, e incluida la kartveliana lengua mingrelia como lengua-clave ibero-peninsularmente, o cosa similar. 


O en fin, concuerda el -kviri georgiano con lo de que, en los pre-cristianos georgianos, Kviria era el dios grande, el dios-sol. Y ha venido siendo kvira el día grande de la semana, el domingo. Por otra parte, el nombre de Méshketa —la antigua capital georgiana, y corazón de la georgiana Iberia— pues como que remitiendo al vasco Amézketa, topónimo y apellido. Y con o sin meter en el asunto a los ibero-peninsulares y proto-murcianos mesh o meshesh que en plan massienos o mastienos —y alguno llegará a faraón de Egipto— van a damos la lata en próximos capítulos. Ignoro silo del dios Kviria, fálico de la fertilidad, remite a los ibero-peninsulares y fálicos kipos o cipos. Que tan peninsularmente iberos si teniendo en cuenta que según greco-romana fuente ilustre —creo que Diodoro Síkulo— los peninsulares iberos erigían inhiestos menhires fálicos como solemne memorial tras la muerte de un caudillo. Y exhumados arqueológicamente y arriba del suroeste ibero-peninsular —en tomo a la pre-romana Ebura que finalmente la Evora portuguesa— funerarios cementerios de los tales cipos. A veces, enormes y gruesos falos. Y otras veces tranquilamente cipotillos que no sé si en plan de tenebrosa regresión cultural. Pues el asunto de que entre los eburos y los kviros pues muy bien pudiera ser que, y en pre-romanos y tartesios tiempos, el nombre del río Tinto y el muy fundamental río de las tartesias grandes minas del cobre —con el que, y con el estaño, fabricar el no menos fundamental bronce— y que con sus hiberes diferenciados de los tartesios, o al menos así en el siglo VII a.C. y en el massaliota periplo pues fuera igualmente el nombre de río Kviro, igual que con respecto al Guadalquivir. Y con el gutural fonema K evolucionando luego fonéticamente hacia una inicial aspiración gutural en el vocablo, y que con la no menos inicial H en el Hibero y el hiberes pues que muy bien significada. Y por otra parte, y de alguna de sus fuentes, Estrabón recoge el dato de que era de estos hiberes de los que resultó el nombre de Iberia, que finalmente englobó a toda la península y no de los iberos hispanos-orientales con su gran río Ibero, que finalmente río Ebro, y que así sigue. 

O sea, que a lo que parece una cosa fueron hiberes y otra cosa fueron iberos. Y así al respecto y diferenciándolos tajantemente algunos especialistas de Historia Antigua, y hasta no hace mucho. O valga que largándoles hilo a los iberos georgianos en su georgiana Iberia en la que la vascoide Méshketa en plan de muy arcaica capital. Y un poco más arriba en el mapa, la larguísima y estrecha garganta roquera e impresionante desfiladero por el que el río Terek -bastante homófono de lo de Teruel y lo del gerundense río Ter— fluye hacia el norte, desde la georgiana región de los hebsuretos y tras nacer al arrimo de la cabecera de un río Argui, con nombre que como que tirando hacia los de los hispanos ríos Arga y Aragón. Desde antiguos tiempos, al tal desfiladero —la única forma de pasar de la vertiente-sur a la vertiente-norte en la cordillera del Cáucaso— se lo ha venido llamando las Puertas de Iberia. Y no sé si por la Iberia georgiana en la vertiente sur o si por los everos o avares de la vertiente norte. O si por ambas cosas, que también ser pudiera. Valga de paso el que para mí yo estoy en que lo de los hebsuretos o hepsuretos, un más o menos jepsuretos fonéticamente, lleva en su nombre al de los legendarios gigantes japetos y por vía de una previa aglutinación consonántica a mitad de un hapsretos o que esto de las fonéticamente intrasladables aglutinaciones consonánticas es muy propio de las caucásicas lenguas. O en fin, que el japeto y legendario gran héroe Prometeo famosísimo —que borrosamente en el ámbito del estrecho de Gibraltar les robó el fuego sagrado a los olímpicos dioses— era el gran héroe de los georgianos hebsuretos pero en su georgiano nombre de gran Amirani, y especie de gran demonio para los arcaicas y georgianas gentes. Sobre poco más o menos el maligno gran dios Ajriman en la religión del fuego sagrado. Que sobrevive en los zoroástricos y ex-persas parsis de Bombay. Y que también campeó en las georgianas tierras en romanos y preromanos tiempos. Y dicho sea de paso, el gran desfiladero de las Puertas de Iberia los romanos -que hasta allí llegaron ejércitos romanos— se lo tapiaron en su tramo más estrecho con una gran muralla de piedra. 



En fin, y abreviando, que en las caucásicas tierras asoma muchos arcaicos topónimos que también muy arcaicos en la ibérica península. Y que del kartli georgiano, que es el nacional nombre con el que los georgianos se autodenominan en su georgiana lengua, sale un hilo directo que lleva al origen del nombre de keltic o asunto celta pre-gaélico y pre-galo. Con o sin meter en el lote el que variante del muy antiguo nombre Tertis para el río Guadalquivir fue el de Kertis. Y asunto en relación con la muy central Kortypa o Kordypa —refundada por los romanos— y que finalmente Córdoba. O sea, que el nombre de keltic o kertis viaja desde el sur hacia el norte en el Oeste atlántico europeo. Y no al revés, que es lo que académicamente se ha venido perorando. Y parece como que se lo apropiaron los proto-irlandeses gaélicos —y los transpirenaicos galos— y que apropiándoselo siguen con sus fantasmales identidades celtas y músicas celtas. Y que, en cuanto a que celtas, pues más falsas que Judas. En fin, lo del kartli igual al keltic pues lo tomo del filólogo Dr. Karst, profesor emérito en la universidad de Estrasburgo, y muy especializa do en arqueologías lingüísticas. De la introducción a una Historia de Georgia le tomo el tal dato, y del georgiano historiador Manvelichili la tal historia.
Fuente:Miguel Romero Esteo