martes, 30 de abril de 2013

Ritos en el Dolmen de Montelirio (III milenio A.c)


¿Se utilizaron hongos enteógenos en la inmolación de las 12 concubinas y 2 guardianes enterrados con el Señor de Montelirio?



La ingesta de plantas, hongos, lianas y flores con sustancias enteógenas es más antigua que la especie humana. Quizá copiando a los animales, los seres humanos han ingerido desde tiempos inmemoriales estas sustancias, entrando en lo que llamo una segunda realidad o una “consciencia límbica”, descrita innumerables veces por los místicos de todas las religiones.
Reconstrucción de la Peineta Ritual de Montelirio
Sabemos, por ejemplo, que los renos de Siberia buscan el hongo alucinógeno Amanita muscaria, llamado hongo matamoscas o falsa oronja, para ingerirlo. Este hongo crece bajo coníferas, hayas y abedules y también es buscado por ardillas y moscas, de ahí su nombre. En el Canadá son los caribúes los que también lo ingieren. Muy probablemente, los chamanes siberianos copiaran a los renos, descubriendo así las propiedades que les permitían acceder al estado alterado de consciencia.
Psilocybe Cubennsis
Otro hongo muy apreciado es el hongo Psilocybe, muy conocido en la cultura azteca que le llamaba “hongo de Dios”, aunque también se le ha llamado “carne de los dioses”. Es ingerido por perros y cabras pero también se le ha encontrado en el estómago de primates no humanos. Suele crecer en los excrementos de mamíferos. Por la descripción que se hace en la Biblia del maná, se ha sugerido que podría tratarse del hongo psilocybe.
Peineta tal y como fue encontrada

Un planta, conocida con el nombre Peganum harmala, contiene la sustancia activa harmalina, fuertemente alucinógena. Esta planta se ha encontrado enfrente de las cuevas de Qumram, patria de los esenios, por lo que se supone que estos místicos judíos que vivieron en el desierto de Judea desde el siglo II a.C. y que fueron descubiertos cuando se encontraron los Manuscritos del Mar Muerto en 1947, podían haber ingerido estas plantas psicoactivas.
El antropólogo norteamericano Michael Winkelman dice que “la asociación en todo el mundo de las sustancias psicodélicas con los orígenes de las tradiciones religiosas, junto con la capacidad de esas sustancias de producir experiencias espirituales profundas, es un importante apoyo a las hipótesis que plantean que las tradiciones religiosas pueden haber surgido por los efectos profundos de esas sustancias sobre la consciencia”.
A lo largo de la historia de la humanidad, chamanes, místicos, monjes, profetas, poetas y literatos fueron auténticos exploradores de la espiritualidad, adentrándose por diversos medios en lo que he llamado consciencia límbica o segunda realidad.
Una realidad producida por el cerebro, como la inmensa mayoría de lo que llamamos realidad exterior. Hoy sabemos que los colores, los olores, los gustos y los tactos son atribuciones del cerebro a la información que llega de los órganos de los sentidos, pero que no existen en la naturaleza.
En la antigua Israel, la profecía inspirada, que estaba considerada como una comunicación directa con la deidad, jugó un importante papel. Figuras como Elías, Samuel o Elisha han sido considerado chamanes. Y el antropólogo inglés Brian Morris opina que el chamán más famoso de la historia fue Jesús de Nazareth. Y lo mismo opina Graham Hancock, sociólogo y escritor escocés, no sólo por la naturaleza de Cristo, medio humano y medio divino, sino por la ordalía de la crucifixión, muerte y resurrección.
Y el estudioso de las religiones Huston Smith opina que tanto Moisés como Cristo, debido a las austeridades como el ayuno y el agotamiento provocaron cambios somáticos y teofanías espectaculares, con referencia a los cuarenta días de ayuno de Moisés en el monte Horeb y a los cuarenta días en el desierto de Cristo que se siguieron con la aparición de Satán y las tentaciones.
Conclusiones
De lo expuesto, cabe concluir que, dado que poseemos en nuestro cerebro estructuras que son capaces de generar espiritualidad, la consecuencia es que tenemos una predisposición genética para ella.
Que sobre esta espiritualidad se construyen las religiones, un hecho que se puede deducir de las experiencias profundamente espirituales que han tenido todos los fundadores de religiones.
Que la espiritualidad es un concepto más amplio que el de religión, ya que no existe religión sin espiritualidad, pero sí espiritualidad sin religión, como dijimos al principio.
Que la experiencia espiritual, religiosa, mística, numinosa, divina o de trascendencia es probablemente anterior a la aparición de nuestra especie sobre la Tierra.
Que lo que llamamos espiritualidad es el resultado de la actividad de determinadas estructuras cerebrales pertenecientes al sistema límbico o cerebro emocional.
Que se puede acceder a las experiencias espirituales mediante técnicas activas, como la danza o la percusión de instrumentos, como hacen los chamanes, pero también mediante técnicas pasivas como el aislamiento, la huida al desierto, la privación sensorial y de alimentos y bebidas, la meditación, etc., como han hecho siempre todos los místicos y anacoretas.
Que las drogas enteógenas permiten también el acceso a estas experiencias espirituales y religiosas y se han utilizado desde tiempos inmemoriales.
Que hoy es posible provocar artificialmente, por estimulación eléctrica o magnética transcraneal, este tipo de experiencias.
Que el cerebro sea capaz de generar espiritualidad debería obligar a una revisión de los conceptos materialismo y espiritualidad.
Finalmente, yo propondría que la antítesis espíritu-materia fuese sustituida por espiritualidad religiosa y espiritualidad no religiosa.
Artículo publicado originalmente en el blog Neurociencias de Tendencias21.
Autor: Francisco J. Rubia

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